“Molestos Vecinos”

Imaginen por un momento que unos molestos vecinos de toda la vida, de esos que con sus excesos y desmanes hacen un calvario la diaria convivencia vecinal, deciden un buen día hablarles para intentar convencerles a ustedes de compartir su reprobable estilo de vida. Estoy seguro que al momento declinarían tal invitación y los comninarían a cambiar, por el bien del vecindario, su forma de comportarse.

Ahora, imaginemos un poco más: el padre de vuestra casa está en etapa terminal y aquel llamado a sucederle en la conducción del hogar, decide prestar oídos a lo que los molestos vecinos le dicen bajo la apariencia de sana solidaridad con respecto a vuestra situación familiar; él escucha los “consejos” de tales personas así que, el día que el padre de familia fallece, el sucesor, ya completamente manipulado, decide que los vecinos ya no son molestos y al contrario, son bienvenidos.

Alarmados pero a su vez avasallados por la vertiginosa cadena de acontecimientos en sucesión, el resto de la familia decide no levantar la voz en protesta y con una parsimoniosa cautela, esperan “a ver que pasa”.

 

cuba1Y esto es lo que pasa: Los molestos vecinos, en su afán por no ser los únicos con una forma “particular” de vivir, intentan propagar su forma de ser a los demás vecinos y encontraron en la casa de ese ya muerto padre de familia, vuestra casa, a uno… el llamado a sucederle; Éste escuchará sus retorcidos consejos hilvanados con sabias y prudentes (a conveniencia) palabras que a la postre desencadenará el final esperado por ellos: la destrucción de otro hogar que como el suyo propio, está en ruinas.

El proceso es lento pero los detalles con el que se ejecuta el plan es de precisión quirúrgica: se establecen relaciones de solidaridad; se identifican con el dolor de la pérdida (muerte del padre) y pesimismo por el futuro; sugieren estrategias para superar el dolor, ofreciéndose a intervenir ellos mismos sacrificando incluso el cuidado del hogar propio por dispensarle toda la atención a vuestro hogar; se introducen y establecen en esta nueva casa y comienzan una operación de división de la familia sembrándoles ideas negativas y haciéndoles creer que son suyas tales ideas mientras en el proceso destruyen lo que siempre ha motivado su accionar: el bienestar y potencial desarrollo de vuestro hogar ahora contaminado, impulsados por los más bajos y egoístas celos. Simplemente maldad pura.

Los miembros de la familia que pueden y deciden no seguir ésta espiral decadente, se marchan fuera de la casa y los que no, intentan sobrevivir al nuevo régimen implantado por los “molestos vecinos” que ahora son los ocupantes “de hecho” del antiguo próspero hogar familiar.

Del sucesor, el causante de llevar a la ruina al hogar que con tanto esfuerzo se había Actaindependenciaconstruído por parte de los padres fundadores, queda poco o nada… hace rato fue desplazado y desapareció fisicamente. Más sin embargo, bajo su anuencia, con la cual se legitimó el acceso a casa de esos “molestos vecinos”, se reivindica un nuevo sistema en el que el desorden, el caos y la ruina han consumido la una vez hermosa y pujante casa.

***

El final de ésta historia ¿pueden también imaginarla? ¿no?

Se las resumo:

La casa yace en ruinas. Más allá de recuperación.

1487357021158Los molestos vecinos aún siguen despegando tablones de sus paredes y tejas de su derruido techo para parchar la pocilga en la que han convertido su hogar originario.

Los familiares que quedan en la casa, imposibilitados a irse ya e invadidos por malvivientes que aprovechan su estado de indefensión, deambulan por sus pasillos, habitaciones y salas en ruinas preguntándose una y otra vez ¡¿como llegamos a esto?! mientras la lluvia que se cuela por los huecos del techo, moja su deteriorada vestimenta y ablanda aún más su alguna vez “bravo” espíritu.

amlopetrocolombiamexico-focus-0-0-480-345Los vecinos de esa comunidad observan; algunos silenciosos, otros más vociferantes lamentando todos el estado de la una vez casa más rica y bella de la calle; ruegan a su vez no pasar por algo semejante jurándose repetidamente que ellos no son iguales a los desdichados por los que ahora levantan sus lamentos al cielo. Desdichados que les tocan las puertas cada vez más frecuentemente, implorando migajas de solidaridad en forma de comida y albergue.

Y es que las goteras son muchas para dormir mojándose bajo ellas y el hambre demasiado fuerte para siquiera pensar en levantarse por lo debilitados que están.

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